jueves, 16 de abril de 2009

Gauchos del Aire

Aparque el avión sobre la plataforma frente al hangar, luego de quitarme los auriculares me puse esa boina negra que un día tejió mi madre.
El gaucho esperaba apoyado sobre su vieja y destartalada F-100, con ese típico tres cuarto de culo hacia afuera como si fuera él el que va a estacionar, andaba necesitando el servicio y al verme exclamó…
¡Pero qué paisano había sido el piloto!
Justamente eso venia pensando en el traslado de mi último trabajo hacia el hangar; así como hay grandes empresarios en 4x4 recorriendo el campo, bien vestidos… glamorosos se los ve cuando se bajan de semejantes aparatos… así también está el gaucho que con la vieja F-100 recorre y cuida de su campo y sus animales.
Así también se baja de un avión cargado con pasajeros, “el gran comandante” un resplandeciente traje con esas cuatro tiras al hombro que indican su grado de responsabilidad, la valija en mano, y un par de bellas señoritas que han trabajado en el vuelo como aeromozas o mas fashion, azafatas, o como se las llama, tripulantes de cabina.
Tal cual al gaucho de la F-100 anda aquel que se baja de un avión luego de aeroaplicar. Las manos cortajeadas por culpa de la nafta, insoportable el olor a químicos que ha absorbido su ropa durante el día… lejos, lo más lejos posible. Un maquinista más…

Inolvidable es ser un maquinista de una nave con alas, inolvidable es ser un gaucho del aire; ya que eres parte de ese bello folklore que el campo aguarda…

El gaucho abajo, junto a la patrona la mano levantan para saludarte al paso, agitan pañuelos, brazos de los más altos, una toalla, un espejo, lo que les quede a mano, todo sea por saludarte admirando al vuelo y a la maquina, y aun sabiendo que un humano bruto y con coraje a esa alas esta dominando.

Ni contarte a la vuelta, cuando vuelves a pasar por el mismo lado; ya se encuentran el gaucho abajo, la patrona, los niños y el perro que agita su cola, todos colgados del alambrado.
También, existe el temor de aquellos que poco vieron un avión volar tan bajo, y te gritan como si uno los pudiera escuchar.
¡Locoooooooooooo, los animalessssssss!!!!!!! Ya que al ruido del motor y ese aparato que viene flotando en el aire, es rima segura que cualquier bicho se espante.

De lejos y al galope venia gritándome el gaucho en su lobuno. ¡Cuidadooooo con el molinooooooo!
Y la nave pasaba a unos 50 metros de altura, pero el gaucho al no saber que hacia ese avión girando sobre sus potreros creía que le iba a tirar el molino al suelo…

La prueba de que aquel que reparte equitativamente la carga de productos químicos que lleva su aeronave, sobre un cultivo X, es un gaucho del aire.
La pude comprobar cuando escuche a aquel paisano que apoyado en su vieja y destartalada F-100, con ese típico tres cuarto de culo hacia afuera como si fuera él el que va a estacionar, le dijo a su mujer.
¡Vieja! ¡Al fin vino el avión a “curarnos el campo”!

2 comentarios:

  1. Gente de campo, con héroes del campo...
    Rara vez conoci alquien que se interesase por ser aviador, pero jamas conoci alguien que fuese aeroaplicador... en fin, que cosas mas ambiguas... un aviador... cuida y vela por sus pasajeros, un aeroaplicador, cuida y vela por..., por? la cosecha?, dudoso mi cuestionamiento el de poner en riesgo a tan gran nivel la vida humana solo por el hecho de satisfacer el sentimiento materialista del campesino... o simplemente por el hecho de cuidar la tierra e alguien que tanto sacrificio hizo... raro no?
    La cuestión, esto me hace reflexionar una sola cosa... hasta que punto uno valora la vida humana, la vida misma que pone en peligro dia a dia... amabilidad, cordialidad o simplemente podria llamarla "vocación", por el, ese piloto, por ellos esos aeroaplicadores solo queda decirles que nuestras cosechas dependen del cielo, (no de nuestro Dios)...
    Conclusión: "Si con Dios nos vamos, bebamos" salud y buen vuelo ... !! y que valga la redundancia: ¿venis conmigo a volar? ja

    ResponderEliminar
  2. Me encanta... Mucha suerte!!! nos vemos.. besos!:)

    ResponderEliminar