jueves, 16 de abril de 2009

Laprida

Alguien supo enseñarme: “Recuerda siempre de donde vienes, es la única forma de saber a donde iras”.
Y es por eso que no olvido de donde vengo; esté cerca o tan lejos, como para siempre aclarar que soy de Laprida, aun sabiendo el que donde queda tener que explicar, ya que sus rutas parecen una casualidad olvidada entre sus viejos pozos.

…Pequeño pueblo que has nacido sobre rutas perdidas, tan pequeño que desde abajo te vuelves gigante como una nación, te llevo conmigo a donde quiera que voy, me enorgullece cuando te recuerdan como un jardín del Edén. ¡Muestro tu paraíso!, esa laguna que refresca el paisaje, con sus eucaliptus en formación de línea, tal cual una guardia imperial lo haría…
Sitio que es caminado por la gente, sitio que se vuelve hastío durante la dulce noche que nadie ve. Es ese lugar que me enseño a pescar, que tantas noches bajo la Luna me vio besar.

…Pequeño pueblo que sonríes como un joven, abrazado por la inmensa llanura, cuidado por celestes cielos de pasión. Desde lo alto puedo verte febril y amurallado por tus grandes campos; verde y esplendoroso gracias a las lluvias del verano, marrón y tristonio durante los inviernos… ¡Vuelo alto!, me elevo a tus cielos y aún a miles de metros puedo delegar la vigilancia al gigante Cristo que con prestancia y temperamento todo lo ve.
Tu corazón es esa hermosa plaza en la que mandan los plátanos, roja de ladrillos cuadriculados, alergia de caminantes que te caminan.

…Eres pequeño cuando desde lo alto te contemplo, tan pequeño que te pierdes pronto en el horizonte, y esa es tu prisión. Horizontes cortos para los jóvenes que la vida tenemos que vivir, cortos para aquellos que con alas al viento algo mas que tu belleza deseamos conquistar.
Aunque corriendo a las inmensas ciudades, tan pronto como llegamos necesitamos volver sufriendo la abstinencia de tu paz.

…Eres tan pequeño que toda historia se vuelve infierno, pero eres un infierno que nunca se puede dejar atrás.

Gauchos del Aire

Aparque el avión sobre la plataforma frente al hangar, luego de quitarme los auriculares me puse esa boina negra que un día tejió mi madre.
El gaucho esperaba apoyado sobre su vieja y destartalada F-100, con ese típico tres cuarto de culo hacia afuera como si fuera él el que va a estacionar, andaba necesitando el servicio y al verme exclamó…
¡Pero qué paisano había sido el piloto!
Justamente eso venia pensando en el traslado de mi último trabajo hacia el hangar; así como hay grandes empresarios en 4x4 recorriendo el campo, bien vestidos… glamorosos se los ve cuando se bajan de semejantes aparatos… así también está el gaucho que con la vieja F-100 recorre y cuida de su campo y sus animales.
Así también se baja de un avión cargado con pasajeros, “el gran comandante” un resplandeciente traje con esas cuatro tiras al hombro que indican su grado de responsabilidad, la valija en mano, y un par de bellas señoritas que han trabajado en el vuelo como aeromozas o mas fashion, azafatas, o como se las llama, tripulantes de cabina.
Tal cual al gaucho de la F-100 anda aquel que se baja de un avión luego de aeroaplicar. Las manos cortajeadas por culpa de la nafta, insoportable el olor a químicos que ha absorbido su ropa durante el día… lejos, lo más lejos posible. Un maquinista más…

Inolvidable es ser un maquinista de una nave con alas, inolvidable es ser un gaucho del aire; ya que eres parte de ese bello folklore que el campo aguarda…

El gaucho abajo, junto a la patrona la mano levantan para saludarte al paso, agitan pañuelos, brazos de los más altos, una toalla, un espejo, lo que les quede a mano, todo sea por saludarte admirando al vuelo y a la maquina, y aun sabiendo que un humano bruto y con coraje a esa alas esta dominando.

Ni contarte a la vuelta, cuando vuelves a pasar por el mismo lado; ya se encuentran el gaucho abajo, la patrona, los niños y el perro que agita su cola, todos colgados del alambrado.
También, existe el temor de aquellos que poco vieron un avión volar tan bajo, y te gritan como si uno los pudiera escuchar.
¡Locoooooooooooo, los animalessssssss!!!!!!! Ya que al ruido del motor y ese aparato que viene flotando en el aire, es rima segura que cualquier bicho se espante.

De lejos y al galope venia gritándome el gaucho en su lobuno. ¡Cuidadooooo con el molinooooooo!
Y la nave pasaba a unos 50 metros de altura, pero el gaucho al no saber que hacia ese avión girando sobre sus potreros creía que le iba a tirar el molino al suelo…

La prueba de que aquel que reparte equitativamente la carga de productos químicos que lleva su aeronave, sobre un cultivo X, es un gaucho del aire.
La pude comprobar cuando escuche a aquel paisano que apoyado en su vieja y destartalada F-100, con ese típico tres cuarto de culo hacia afuera como si fuera él el que va a estacionar, le dijo a su mujer.
¡Vieja! ¡Al fin vino el avión a “curarnos el campo”!

Asesino, mi vecino o el tuyo

Asesinos!!! Todos con el mismo objetivo, por alguna u otra razón, acabar con la raza humana despiadadamente, y alguno que otro en defensa de su nido (Lo Felicito!!!!)

Matar por un objeto material no me vale tal caso, es la deploración humana en vida. (Ya sea, celular, zapatilla, auto, moto, reloj) El típico boludito que se emborracha y se droga para tomar coraje y atracar al caminante, al que duerme o al pobre viejo que cobro la jubilación.
Matar por amor u odio, me parece demasiado poco, ya que creo que cuando amo beso, cuando odio, olvido.
Pero matar planificando los casos, me sigue pareciendo algo sofisticado, algo admirable, algo a lo que solo pocas personas pueden llegar. Detectives, Investigadores, científicos; todo se resume en esos típicos asesinos en serie que hemos visto en el cine.

Tengamos cuidado que anda un asesino suelto, bien puede ser mi vecino que hace años no veo y en todo este tiempo que ha pasado esté por llevar a cabo sus planes.
O bien puedo ser yo, tu vecino, tu amigo, aquel con el que hablaste hace un tiempo, ya que en este largo tiempo que no nos vemos, mi mente de sutil y dulce hombre se ha convertido en una más aun sutil mente, que podrá llevarte a una dulce muerte muy bien planificada de la que nadie sospechará…

miércoles, 8 de abril de 2009

El mago y el Piloto

-Observe como los niños mantenían atenta su mirada mientras el mago hacia sus trucos y contaba historias acerca de ellos. Intentaban seguir sus movimientos pero la complejidad del caso solo alimentaba su fantástica y única imaginación. Movían sus manos como si fueran ellos quienes movían las cartas.
Sonreían alegres y cuchicheaban en cada truco. Ninguno se distraía, todos los sentidos en las manos y la voz del experimentado mago.
Todo era un sueño, una ilusión…
Tanto mirarlos, decidí sentarme en el montón ya que deseaba ilusionarme, imaginar, soñar como lo hacían ellos gracias al mago y sus trucos. Gracias a la simple mente de los niños.
-Observe como los niños mantenían atenta su mirada mientras el piloto hablaba del vuelo y contaba historias acerca de ellos. Intentaban seguir sus movimientos pero la complejidad del caso solo alimentaba su fantástica y única imaginación. Movían sus manos como si fueran ellos quienes movían al avión.
Sonreían alegres y cuchicheaban comentando lo que el piloto les contaba de cada vuelo. Ninguno se distraía, todos los sentidos en las manos y la voz del experimentado piloto.
Todo era un sueño, una ilusión…
Tanto mirarlos, decidí sentarme en el montón ya que deseaba ilusionarme, imaginar, soñar como lo hacían ellos gracias al piloto y sus vuelos. Gracias a la simple mente de los niños.
Si imitáramos la imaginación, la ilusión, los sueños de los niños, esos niños que fuimos y que no deberíamos abandonar, le daríamos un sentido a la vida, ya que quien sueñe, tendrá ese sueño como horizonte y luchará por encontrar el sendero.
No deberíamos abandonar al niño nuestro, seriamos cuerpos sin motivo caminando por la tierra, o mas fácil, muertos vivientes.

lunes, 6 de abril de 2009

La suerte no juega al amor

Finalizaba mi primera campaña como piloto agrícola (aeroaplicador, fumigador, etc.) Sentía que además de toda la dedicación, convicción, ofrenda a la causa, había un toque…
Siempre supe que el éxito era cosa de grandes hombres, que la suerte solo acompaña a los mediocres.
Y mi primera campaña indicaba que ese toque,… ese toque de suerte había llegado a mí, todo había terminado como lo había planeado. Siete años montado en alas que me elevan al cielo, y desde hace siete años siempre soñé con ser un gran hombre primero; segundo, lograr que una madrugada luego de cuatro meses de arduo trabajo, sea mi despertar.
Ya que hoy como ayer, y como hace cuatro meses, ser un aeroaplicador es una de las pocas cosas que me quita el sueño, son las cinco de la mañana y hace tiempo que no duermo pero estoy listo porque la nave cargada me espera, el Sol aun no ha salido y yo soy el que espero listo para despegar.
¡Quiero Volar!

El caso es que mi campaña finalizaba perfecta, y justo esa noche que decidí visitar el casino, el crupier en su última jugada canto a la mesa el típico “no va mas” y un, negro el 11…
Era mi última ficha de una larga noche de juego y de pasatiempo, y justo había quedado tirada por culpa del azar encima del negro y numero 11.

La suerte… no es más que eso…
Vaciamiento total del alma, de la vida, de mi mente que sabía que ese dinero era cuestión de tiempo y espacio.

Mientras tanto mi gran amor, me decía adiós.
Cansada de soportar a este loco que aprueba exámenes psicológicos creados para que solo lo aprueben tipos con el perfil similar al mío.

Se fue…

Tenía razones para hacerlo, un cuerdo estudiante de la economía y las relaciones exteriores le aguardaba en cada llamado de su celular.
Listo para cenar donde ella quisiera, listo para mostrarle su piso en la Alta Recoleta… mientras que lo más alto que yo pude enseñarle fue la estrella más cercana y brillante sobre la tierra.

La suerte no juega al amor, el amor a veces juega mucho a la suerte.

Yo quede con mi negro el 11, una noche estrellada donde el sueño más simple puede volverse realidad; mi bolsillo lleno de fichas esa noche; mi mente feliz por haber terminado mi primera campaña como un aeroaplicador.
Mi corazón tan vacio como si nada funcionara, ya que mi gran amor no quiso quedarse a volar conmigo.

Se fue, se fue para siempre con ese muchacho que le proponía seguridad tras sus leyes económicas y sus relaciones internacionales.

Comprendí que la suerte no juega al amor… Comprendí esas viejas palabras de que en la tierra todo queda cerca… en el cielo cualquier pluma volátil se la puede llevar el viento.

Una vez más tengo que reconocer que vista de cerca toda mariposa es colorida y brillante, vista a los lejos es una simple mariposa marrón.

A Fumigar

El Sol se ha ido, pero no pasaran muchas horas para que la tierra le de una vuelta a la noche. Es esa noche la que me despierta, la luna muestra todo de si para cautivarme, el negro de la noche es demasiado profundo e inacabables los miles de brillos de estrellas, entre ellas Venus y Saturno que se pasean por el cielo con la prestancia de grandes dioses que tan lejos habitan pero jamás nos abandonan.
Elevo la mirada al cielo mientras el motor ruge como un león que recién se despierta, león soñando con su presa, yo con ese cielo que pronto alcanzaré.
El avión cargado de fuertes químicos, no soy asesino; solo me encargare de repartir equitativamente este producto sobre un cuadro de verde soja.
Me encuentro en la cabecera de la pista con el león que ruge ahora entrado en calor, listo para corretear a su presa. El Sol se muestra cautivo debajo del horizonte, tomando fuerzas para salir a iluminarnos y calentarnos.
La adrenalina empieza a jugar por mi cuerpo, alcanza todos los rincones del mismo, los pelos del cuerpo se me erizan, comienzo a respirar profundo, las pupilas se engrandecen; y si fuera yo el león, mis colmillos serían intimidantes.
Tengo un mapa en la mano, el cual me indica donde esta el lote, es como jugar a la búsqueda del tesoro, y cuanto mas me elevo mas lotes aparecen a mi vista. Motor a fondo, el león se escapa buscando la presa, comienza ese vuelo bajo y esforzado por el peso que carga la nave, las alas se visten de gloria remontando a las alturas. ¡Esa es su gloria!, Volar… y el Sol que empieza a adueñarse del cielo con sus primeros rayos sobre el infinito horizonte.
He localizado el lote, una vuelta para guardar en mi mente los obstáculos, y ahora acomodo la nave para largarla en picada sobre la primera pasada, aprovechando la inercia que se suma a medida que aumenta la velocidad, calculando gastarla en el primer viraje escarpado a unos treinta metros de altura, y así retomar para la segunda pasada… y así hasta el final.
La adrenalina ha aumentado de forma incalculable, mi cuerpo esta preparado para defenderse de cualquier adversidad natural, y el problema que mas complica son las adversidades inesperadas, esas solo se arreglan con un poco de entrenamiento, y un tanque completo de suerte.
Surcos, cables, arboles, molinos, casas; buenos amigos que hacen que mi trabajo sea perfecto cuando con ellos calculo y afino mi ojo para lograr pasadas paralelas y con la misma medida. Esos mismos ejemplares se vuelven mis peores enemigos cuando el cansancio o fallas imprevistas ocurren en ese vuelo bajo de torcaza.
El avión se va vaciando poco a poco con cada pasada, el vuelo es mas liviano, menos esforzado corre el león sobre su sabana o mi lote.
Puedo ver al Sol que caliente la parte superior de mis alas, los rastros de rocío ya son agua evaporada que ha volado alto, tan alto que se ha hecho nube…
La última pasada llega, solo me queda completar las cabeceras, pasadas perpendiculares al resto, son solo dos o cuatro o seis según el tamaño de los obstáculos que tuve que saltar.
Ahora el avión está vacio, el león ruge con normalidad, corre y corre liviano a su máxima velocidad, la adrenalina de este cuerpo aun no se va, es hora de buscar un buen lugar donde descargarla…
Pongo a mi nave rumbo al aeródromo pero busco esas grandes bandadas de pájaros a donde liberarme completamente y poder sentir en mis alas al viento, al silencio, al placer que genera volar en formación con gaviotas, chajaes, patos, gansos o garzas que libremente vuelan por el inmenso cielo.
Soy parte de ellos, y aunque se habran paso ante mi llegada, se que cuando vuelva ahí estarán.
He vuelto al hangar, diez minutos y la nave esta cargada nuevamente, el león vuelve a rugir con furia buscando capturar a su presa, yo enérgico cargado de adrenalina, soñando con el Sol, el celeste cielo, las aves que a mi lado vuelan, mí corazón y mi alma en libertad.

Ven Conmigo a… Volar

- Quizás sea tu primer vuelo, tu primera visita al reino de los cielos.
Yo, discípulo y guerrero de este lugar me encargare de elevarte, espero que lo disfrutes tal como es, que puedas mirar a través de sus rincones, que logres ser libre, que consigas despertar tus sueños, que escuches a tu corazón y tu alma que tanto sienten pero que no dejas hablar, me encargare de que quieras volver a visitarlo.
Los Dioses me ayudaran, solo levanta tu mirada ahí los encontraras.
Y tú me dijiste:
- Pero tengo cierto miedo, los humanos no nacimos para volar, y esa es la gran duda. ¿Lo lograre?
- Claro que si, el reino no nos pertenece, pero esta ahí, para que podamos conocerlo, para que aprendamos a respetarlo, a escucharlo, a vivir también en él.
- Confío en ti, acelera, llévame a volar… Quiero ver tanta magia.
- No temas, relaja tu cuerpo que ya estamos volando, disfruta de este viaje que no será para siempre, disfruta del cielo y sus paisajes, disfruta de ti cuando estas conmigo, cuando volamos solos y libres en brisas incansables... tranquilidad, que cuando tu me pidas, el vuelo terminará con un suave aterrizaje con el que volveremos a tu planeta...
Es una tarde hermosa, los Dioses la han puesto así para ti, para poder conocer al máximo este bello e interminable sitio; no hay turbulencias, no temas a las alturas, estás conmigo.
Toma mi mano, siente la paz y vístete con ella, yo me hice cargo de cuidarte y así lo haré, yo me hice cargo de elevarte y por ello en algún momento te devolveré.